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Prologo

            Tan solo pensar en que estarás leyendo estas palabras me resulta un hecho realmente llamativo, vergonzoso, atrevido y sumamente poderoso. El tener la chance de contar lo que me parece la vida, el mundo, las personas; mis experiencias filtradas, inclusive las viscerales; poder acercarte (sin que sepamos mucho el uno del otro) mis impresiones, la mirada desde la primera persona del plural (osea desde nosotros) o arriesgándome inclusive a hacerlo desde mi, tomándome ese atrevimiento de hablar de las cosas de todos desde estos ojos… bueno; todo eso, pensarlo, escribirlo en este instante y saber que estará dando vueltas por alguna biblioteca, alguna mochila, que tal vez pase de mano en mano, que viajará o inclusive, que será tachado y modificado por las mentes rumiantes, para ser digerido y transformado… tantas cosas.
Pensar, pensar, pensar en que voy a darme una vuelta por tus manos, por tus ojos, pensar que vas a dejar el libro doblando la hoja en el ángulo de arriba, o el de abajo, o con un señalador (quien sabe); pensar que mis palabras escritas van a caer al costado de tu cama, o van a ser re enviadas en un mensaje de texto; pensar que puedo estar tan cerca… eso… me emociona.

Porque siento la necesidad de creer que hay un camino juntos, en donde desaprenderemos un montón de cosas para poder modificarnos y re direccionar a esta humanidad que tan desviada está… Me emociona la esperanza de colaborar en algo mientras en Siria decapitan a un niño de once años sólo por ser de un credo diferente; mientras nos envenenan por todos lados con megaminerias, fracking, y glifosato, con la excusa de que somos muchos y ya no servimos para un sistema capitalista que no sabemos como detenerlo, o si sabemos pero mientras estemos cómodos no lo haremos, mientras no sea nuestro hijo al que decapiten no gritaremos ni nos pararemos delante…

Esta oportunidad que tengo como persona, como artista, como escritor, la pienso aprovechar para decir exactamente lo que pienso; porque me siento en la libertad que tenemos en los altillos de nuestras casas, de nuestras vidas… porque me siento con la valentía de decir que el único camino es el amor, aunque duela el aprendizaje, aunque no lo sepamos manejar, aunque sea llevado a planos absurdos como los parámetros y la perfección.

Esta oportunidad que tengo de hablar y de que me lean mis hijos, los hijos de mis amigos, las compañeras y compañeros con los que compartí momentos de mi vida, las personas que no conozco ni conoceré, los amigos de toda la vida o de hace un rato, esta oportunidad es una bendición; porque poder tener esa tremenda sumatoria de cosas que significan realizar un libro independiente y autogestivo, sin condiciones, ni correcciones (ni sobre las intenciones, ni sobre el contenido, ni sobre el modo) es todo un logro para quien vive de hacer arte… este no es un conjunto de poemas para satisfacer mi ego y demostrar que soy escritor; es una cinta de moebius infernal (porque vivir del arte nos lleva a estos apasionados lugares extremos) con ese ir y venir continuo… por un lado lo que siento (lo espiritual), por otro lado lo tangible (el pan de cada día) y en un tercer plano la chance de exponer mis vísceras para aprender de las devoluciones que llegan inevitablemente de parte de quienes leen en algún lugar estas cosas que escribo.

Pensar en todo esto me dan ganas de abrazar, de ser abrazado; de abrir mis ojos y dejar que entres en mi ser, sin importar los resultados, porque inevitablemente cada momento tenemos delante nuestro la experiencia que debemos tener… tal vez, para estar unidos, nos falte la valentía de no huir del otro, sino de colaborar con el otro, de brindar paciencia; de darnos cuenta que somos seres que estamos pasando por experiencias distintas y que jamás podremos ser iguales, somos distintos y eso es lo que debemos aceptar y celebrar…

 

Por eso es que impulso esta conexión, para aprender, para dar y recibir, para ponerme debajo del mismo techo esperando que en algún momento próximo, todos seamos uno.

Memorias del Altillo (Sebastian Ogayar) 2016

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  • Eres lo que escribes, como lo escribes

             lo que dices, como lo dices

    eres el amor que brindas, eres lo que brindas

    también lo que no brindas

    si tomas café, eres café

    eres lo que haces

             si trabajas 10 horas por dia y te sientes agotado

             eres eso, eres agotamiento

    nunca podrás ser paz haciendo guerra

    no cosecharás sin sembrar

    eres lo que sientes, como lo sientes

    si quieres un copyright para publicar; eres eso

             si no, lo publicas y listo

    nadie es dueño de nada, nada te pertenece

    si lo entiendes bien y si no lo entiendes, eres eso

    porque eres lo que entiendes y hasta adonde lo entiendes

    por eso, fíjate lo que haces y a quien le sirve

    porque eres lo que elijes.

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